La sociedad camina de la mano del fármaco. Cada vez aparecen nuevos medicamentos que, casualmente, vienen a responder a nuevas enfermedades, desconocidas hasta ahora. Procesos, antes interiorizados como inherentes a la vida, comienzan a mostrarse enfermizos y como tales son tratados. Nuestra relación con los medicamentos comienza a ser cotidiana, en vez de excepcional y causal. Parece que la propia salud se encuentra en el mejoramiento de nuestras propias condiciones a través de las medicinas, (...)