En tiempos no muy lejanos la calle Ayala en Madrid se llamaba calle de los Pajaritos. Allí, en su número 124, se levantaba un chalet de cuatro plantas que servía para albergar el amor de pago.Por allí pasaron gran número de personas, incluidos religiosos. Un obispo de la ciudad se encontraba en pleno éxtasis sexual cuando le sobrevino la muerte en tan indecoroso lugar.La noticia de su muerte en un lupanar retumbó en todo Madrid pero aún más cuando comenzaron a circular historias de apariciones del (...)